Época: GreciaClásicaII
Inicio: Año 379 A. C.
Fin: Año 362 D.C.

Antecedente:
Recuperación de Atenas y auge de Tebas



Comentario

Una de las medidas que habían apoyado los espartanos en la firma de la paz de Antálcidas había sido la de la disolución de todas las ligas, lo que afectaba especialmente a la confederación beocia que, si bien desde mediados del siglo V se había mostrado fundamentalmente contraria al imperio ateniense, después de la guerra del Peloponeso había pasado a participar en las coaliciones antiespartanas. En tales circunstancias, los espartanos aprovecharon la protección del rey para tomar represalias contra aquellas ciudades que, aun considerándose sus aliadas, no habían actuado en consecuencia. Así, entre 385 y 379, los espartanos disolvieron la polis de Mantinea y obligaron a su población a dispersarse. Con ello, comenta Jenofonte, se alegraron los oligarcas, pues estaban así más cerca de sus propiedades y se liberaban de la acción política de los demagogos. Igualmente actuaron contra la ciudad de Fliunte en favor de los exiliados oligarcas. Las represalias eran al mismo tiempo un modo de intervenir en los asuntos de la ciudad para orientar en un sentido oligárquico su organización interna. La intervención más importante fue la que se planeó en la confederación Calcídica, para evitar su expansión a costa de la independencia de algunas ciudades de la zona, en concreto de Acanto y Apolonia.
Las tropas que se dirigían a la península Calcídica, en una expedición lejana que volvía a alterar los presupuestos militares de la organización social espartana, se encontraron en el camino con la posibilidad de intervenir en Tebas, en favor de Leontiadas frente al grupo encabezado por Ismenias, favorable a la alianza con Atenas. Los espartanos ocuparon la Cadmea, la acrópolis de la ciudad de Tebas, y llevaron a cabo una feroz represión contra el grupo derrotado, que buscó apoyo en Atenas.

De este modo, en el año 379, los tebanos consiguieron liberarse de la presencia espartana y recuperar su autonomía. Los protagonistas habían sido Pelópidas y Epaminondas, que estaban exiliados en Atenas y restauraron la Confederación Beocia apoyada en la reconstitución de la Confederación Ateniense. Desde el punto de vista militar, la hegemonía tebana se fundamenta en la instauración de una nueva táctica para el combate de los ejércitos hoplíticos, según la cual, en lugar de atacar hacia la izquierda, dado que la derecha era el flanco desprotegido, los soldados atacan hacia la derecha, con lo que, según Jenofonte, de entrada se consigue al menos un importante efecto de sorpresa. Ello alteraba profundamente toda la tradición de las batallas en campo abierto, herederas del sistema de lucha arcaico. Era un síntoma más de los efectos militares de las transformaciones de la polis. Ésta fue la táctica empleada por los tebanos frente a los espartanos en la importante batalla de Leuctra del año 371, coincidente con la paz que hacía desaparecer a los harmostas del Egeo y consolidaba el segundo imperio ateniense, basado en la agresividad y en el control de la paz por personajes como Timoteo.

Ahora Tebas se hace fuerte en la península helénica y realiza una serie de intervenciones en el Peloponeso, en favor de los mesenios, para los que fundan la ciudad de Mesene, símbolo de la nueva libertad de los antiguos hilotas, y de los arcadios, agrupados ahora en la Confederación Arcadia, de tendencia democrática. Los tebanos también intervinieron en Tesalia, región que se hallaba en conflicto, debido al movimiento expansivo que surgió en Feras bajo la conducción del tirano Jasón. En apoyo a las otras localidades, regidas por aristocracias tradicionales, los tebanos reforzaban sus posiciones. Parecía que ahora la hegemonía marítima ateniense tenía como contrapartida continental la hegemonía tebana, en un cierto equilibrio antiespartano. Sin embargo, los temores parece que llevaron a los primeros a aceptar las conversaciones de paz con Esparta en el año 369, en una situación complicada por diversas combinaciones de alianzas entre ciudades, con la intervención del sátrapa Ariobarzanes. Por fin, en el año 362 los tebanos entraron una vez más en el Peloponeso y se enfrentaron a los espartanos y a sus aliados en Mantinea. Allí murió Epaminondas y la victoria, según Jenofonte, no sirvió para que se aclarara el panorama hegemónico de las ciudades griegas. Sin haber sido derrotada, Tebas comienza un proceso de decadencia que elimina un nuevo candidato para poner de relieve que la solución de cada polis no podía encontrarse en el dominio sobre las demás. Tampoco podían encontrar aquí la solución de sus problemas internos.